Historia del Lago de Bolarque (Parte III)
HISTORIA DEL LAGO DE BOLARQUE Y SU COMARCA
Parte III: Desde el Siglo XVII hasta nuestros días.
Por Óscar Quirós.
La expulsión de los moriscos ordenada por Felipe III en 1.609, supuso a la Villa de Pastrana la pérdida de más de 2.200 habitantes, y unos 3.500 en total si añadimos los desplazados de Albalate, Almonacid y Zorita, con la consiguiente depresión económica y social que esto suponía para la comarca. Aún así, la industria sedera consiguió resistir el embate, pero marcó el inicio de su decadencia. La obvia falta de mano de obra se subsanó atrayendo nuevos inmigrantes que procedían de Flandes y, sobre todo, de Portugal. Éstos últimos, descendientes de los sefardíes conversos que emigraron, apenas un siglo antes, al reino vecino tras la expulsión, seguían judaizando y lo único que buscaban era reencontrarse con sus orígenes castellanos. A la depresión de la industria textil, que con tanto ahínco promovió el ya fallecido Ruigomes de Silva, se la intentó contrarrestar con la creación de la Fábrica de Tapices, que llegó a obtener el rango de Real, de la que salieron las más exquisitas piezas que se hicieron en Europa en la época y que todavía se pueden contemplar, parcialmente restauradas, en el Museo de la Colegiata de Pastrana.
A raíz de las primeras denuncias de los vecinos contra los recién llegados, el Santo Oficio de Toledo decidió abrir sucursal en la Villa Ducal, en la calle de La Palma, sucediéndose las denuncias, arrestos, juicios, torturas y ejecuciones contra "los marranos" - católicos de bautismo que judaizaban - y "los alumbrados" - un grupo de franciscanos que abrieron sus miras al humanismo de Erasmo de Rotterdam, apadrinados por la familia de los Mendoza y que fueron considerados heréticos por el Tribunal -.
Un hecho aristocrático de relevancia sucedió, en el año 1.630, cuando el cuarto Duque de Pastrana, Don Rodrigo de Silva y Mendoza contrajo matrimonio con Doña Catalina Gómez de Sandoval y Mendoza, octava Duquesa del Infantado, uniéndose así, hasta hoy en día, ambos títulos nobiliarios.
En el Siglo XVIII, la Guerra de Sucesión tuvo consecuencias dispares para la comarca. Mientras en Pastrana se acentuaba la despoblación y la decadencia industrial a lo largo de la centuria, en Almonacid y Albalate se aplicaron las nuevas Ordenanzas sobre "Cría, conservación y aumento de los montes, alamedas y plantíos" dispuestas por Carlos III. De la misma forma, se decreto la expulsión de los jesuitas del territorio español, quedando así despoblado el Convento almorcileño, pasando éste a manos del Ayuntamiento. A pesar de todas estas circunstancias novedosas, en este siglo el desarrollo económico se mantiene; la actividad agrícola, tanto de secano, como de regadío y producción de maderas aún era elevada, según se demuestra en el Catastro del Marqués de la Ensenada, mientras el comercio estaba en manos del Ayuntamiento que lo arrendaba a vecinos o forasteros.
Llegado el Siglo XIX asistimos a una decadencia general en todo el país y volvemos a vernos afectados por la Guerra de Independencia, con algunas escaramuzas que, desde nuestro territorio, mantenía "El Empecinado" contra las tropas francesas destacadas en Alcocer, Sacedón, Auñón y Pastrana produciendo, no sólo bajas personales, sino también, una importante hambruna al escasear la producción de cereales, fundamentalmente de trigo.
La promulgación de la Constitución de Cádiz en 1.812, y la consiguiente revolución liberal que provocó en todo el Reino, conllevó importantísimos cambios territoriales y administrativos. Con la abolición de los Señoríos, Almonacid vio como desaparecía, definitivamente, la presencia de la Orden Calatrava en la población y Albalate su dependencia de los Mendoza. El Estado creo entonces las "Alcaldías Constitucionales", una nueva figura civil que sustituía inexorablemente al antiguo Gobernador del Partido, también llamado "Capitán a guerra". Una vez abierto el debate en las Cortes Revolucionarias (las denomino así ya que eran unicamerales, no porque fuesen de orientación liberal) sobre la administración del estado, los liberales promueven la partición de España en 52 nuevas provincias, pero la restauración monárquica y la consiguiente vuelta del absolutismo paralizaron momentáneamente su implantación. No será hasta el año 1.831, cuando el ministro liberal Javier de Burgos realice la reforma definitiva.
Desde la llegada de los Borbones a España, Almonacid de Zorita había regentado la Cabeza de uno de los Partidos en los que se dividía la provincia de Madrid. A él pertenecían las localidades de Villar del Olmo, Olmeda de las Fuentes, Ambite, Anchuelo, Los Santos de la Humosa, Corpa, Loeches, Nuevo Baztán, Pozuelo del Rey, Pezuela de las Torres, Santorcaz, Villalbilla, Albares, Almoguera, Yebra, Almoguera, Zorita de los Canes, Albalate de Zorita y, a la cabeza de todos ellos, Almonacid de Zorita. Tras la reforma del ministro Burgos, Albares, Almoguera, Yebra, Zorita de los Canes, Almonacid y Albalate de Zorita pasan a ser Alcaldías Constitucionales de la provincia de Guadalajara y, concretamente, las tres últimas serán incluidas dentro del Partido Judicial de Pastrana, confirmando así la mayor importancia de la Villa Ducal sobre sus vecinas, a pesar de la despoblación general de la comarca generada, entre otras cosas, por la ausencia de industria.
Durante la Primera Guerra Carlista (1.833 - 1.840), los alcarreños, partidarios de la regencia liberal de la Reina Doña María Cristina de Borbón-Nápoles, vieron como los carlistas tomaron nuestras poblaciones sin hallar apenas resistencia militar y sin que se registrasen batallas dignas de mencionar, dirigidos personalmente por el Infante Don Carlos María Isidro, camino del asalto definitivo a Madrid que, finalmente, frenó el General Espartero cerca de la vecina Tarancón (Cuenca) el 12 de Septiembre de 1.837. Vencidos en el campo de batalla, los carlistas se mantuvieron unidos militar e ideológicamente esperando, durante años, encontrar una oportunidad mejor para volver a alzarse.
Simultáneamente, la abolición de la Inquisición en 1.834, por decreto de la Reina regente María Cristina, y las leyes de desamortización promulgadas por los ministros Calatrava y Mendizábal, en 1.835 y 1.836, llevaron consigo el cierre y posterior ruina de la mayoría de los Conventos de la comarca y, por ende, del Santo Desierto de Bolarque.
De igual manera, bajo la presión de la I Guerra Carlista, la Reina Doña María Cristina sentó las bases de lo que iba a ser un nuevo régimen monárquico más abierto a las nuevas corrientes liberalizadoras, más democrático, partidario de la libertad religiosa y de expresión, pero sin romper del todo con las posiciones moderadas de los conservadores-absolutistas, que abogaban por un sistema parlamentario bicameral, permitiendo el voto a la población, únicamente, por sufragio censitario. En todo caso, la Constitución de 1.837, precedida por el Estatuto Real de 1.834, supuso un considerable avance social, aunque no llegó a los extremos casi revolucionarios propuestos en la derogada Constitución de Cádiz de 1.812. Desde entonces, la alternancia en el poder de los partidos liberal y moderado marcarán la política española y la composición de las Cortes Generales desde la mayoría de Isabel II, hasta la caída de Alfonso XIII.
Ya en 1.898, tras la pérdida de Cuba y las Islas Filipinas, las últimas colonias ultramarinas, España se ve afectada por una depresión colectiva que se agrava con el estallido de la Guerra del Rif, en Marruecos.
Es a principios del Siglo XX, cuando comienza a construirse la Presa de Bolarque, tal y como hoy la conocemos. El antiguo sueño de los pobladores musulmanes, judíos, calatravos, nobles, vasallos, agricultores, artesanos, humanistas, religiosos, comuneros, absolutistas, conservadores, liberales, románticos, monárquicos y republicanos, por fin, vería la luz. Durante todas estas épocas, el hombre había tratado de dominar la fuerza de un río que, embravecido por las crecidas, derrumbaba, año tras año, riada tras riada, las frágiles construcciones realizadas con duro esfuerzo, sacrificio y desembolso monetario.
Las obras se iniciaron en el año 1.907 por iniciativa de D. Juan Ron, heredero del Marqués de Urquijo y la Duquesa de Pastrana. El proyecto fue encomendado al ingeniero D. Luis de la Peña y Braña. La empresa de domesticar los aportes acuíferos de los ríos Tajo y Guadiela fue tan grandiosa que SS.MM. el Rey D. Alfonso XIII asistió, personalmente, a la inauguración del Salto de Bolarque el día 23 de Junio de 1.910. De aquella magna visita, todavía quedan los restos en el Lago de Bolarque de un merendero, junto al salto y una pequeña playa aneja, pero sumergido a escasa profundidad, desde el que el monarca ordenó y supervisó el primer cierre de las compuertas.
En 1.944, bajo el autoritario mandato del General Franco, la compañía eléctrica Unión Fenosa construyó un precioso y apacible poblado de bella arquitectura, de pintorescas casetas, de verdes parques, en las lindes de Almonacid de Zorita y Sayatón, conocido como el poblado de Bolarque. En 1.954, tras la construcción de los Embalses de Buendía y Entrepeñas y la finalización de las obras del canal del Trasvase Tajo-Segura, se dio por terminada la obra.
En la actualidad, el embalse de Bolarque tiene aproximadamente 45 metros de altura, embalsa 30,70 hectómetros cúbicos y se extiende por una superficie de 490 hectáreas.(1)
(1) Datos extraídos de la página web http://www.jccm.es/revista/175/articulos175/embalses_abril.htm
Sin embargo, el Siglo XX no sólo trajo obras y parabienes para nuestra comarca. Tras los políticamente convulsos años treinta, nuestros campos se llenaron de nuevo de gritos de horror y muerte, de destrucción y ruina durante la última Guerra Civil Española (1.936 -1.939).
Durante la postguerra, con el consiguiente período autoritario, de represión y hambruna, la población se vio obligada a dedicarse en actividades agrícolas, apícolas y ganaderas de subsistencia, sin que se produjese un desarrollo económico e industrial, manteniéndose Pastrana como centro de atracción comercial y educativo de la zona.
Ya en la década de los 60, el fuerte flujo migratorio hacia las zonas urbanas e industriales del país como Guadalajara capital, el corredor del Henares o Madrid se vio minimizado en nuestro territorio, como hemos comentado, por las faraónicas obras de construcción de los embalses de Entrepeñas, Buendía, Bolarque, la Bujeda y Almoguera, además del Canal del Trasvase Tajo-Segura. El turismo de interior irrumpe con precocidad en Albalate, Almonacid y Zorita de los Canes que se ven beneficiadas por la aparición de la urbanización Nueva Sierra de Altomira, en Sacedón con las urbanizaciones de Las Anclas y El Paraíso y en Buendía con la urbanización Las Gaviotas, motivados por la belleza del paisaje, la cercanía de la capital del Estado y el atractivo añadido de la práctica de los deportes náuticos, generando decenas de puestos de trabajo en los sectores de la construcción y los servicios.
Desde la recuperación de la comarca en los 60 hasta el final del Siglo XX, la construcción y puesta en funcionamiento de la cercana Central Nuclear José Cabrera en Almonacid de Zorita, genera un movimiento que, junto a los fondos de ayuda al desarrollo rural de la Comunidad Europea y al creciente empuje del turismo rural de calidad, pone en marcha un crecimiento sostenido de la comarca que ve como se eleva su nivel de vida y la consiguiente dinamización del territorio y su entorno.
Entrados ya en el Siglo XXI, tras treinta años de Monarquía, Constitución y normalidad democrática y más de veinte de autonomía, se vislumbra un futuro más que esperanzador para nuestra comarca con la construcción inminente de la Autovía de La Alcarria; el Puente de Cañaveruelas de 333 metros de longitud, que unirá ambas orillas del Embalse de Buendía; la repoblación de la avifauna y la reforestación de los montes afectados por el devastador incendio de Agosto de 2.003 de la mano de los técnicos de la Universidad Complutense de Alcalá de Henares y el Ayuntamiento de Albalate de Zorita; la apertura del Parque Arqueológico y Centro de Interpretación de la Recópolis de Zorita; la creación de la nueva marca turística "Costa Altomira" promovida por el Ayuntamiento de Almonacid de Zorita; la esperada denominación de "Estación Náutica" a nuestro Embalse de Bolarque; y el desmantelamiento definitivo de la Central Nuclear de Zorita, ya vieja, peligrosa, caduca, obsoleta y suficientemente amortizada.
© Óscar Quirós, 2.005.
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