El Valle de Altomira (Cuenca):
La Ruta del “Lapis Specularis”
De Segóbriga a Ercávica.
Texto, fotografías y diseño de la ruta: Óscar Quirós Romero.
Aproximación:
Desde Madrid: Tomamos la Autovía A-3 o la Radial R-3 hasta Tarancón, donde tomamos el desvío hacia Cuenca (N-400) y, posteriormente, la CM-2000 hacia la población de Vellisca. Una vez allí, continuamos hacia Mazarulleque, donde comienza nuestra inédita ruta.
Desde Bolarque: Conducimos desde Albalate de Zorita por la carretera de Tarancón para tomar el desvío hacia Vellisca. Tras la sinuosa carretera que salva la Sierra de Altomira, un nuevo cruce a la izquierda nos conduce, sin pérdida, a Mazarulleque (CM-2000).
Época de visita: Cualquiera. Cada estación tiene su encanto aunque es muy recomendable evitar el calor sofocante del verano, salvo que se planifique un tiempo razonable de baño en el Embalse de Buendía al final del recorrido.
Duración: Un día completo.
Dificultad: Nula. La mayor parte del recorrido se realiza en automóvil.
Cartografía S.G.E.: 1:50.000; , hoja .
En esta ocasión les voy a proponer una ruta que, por inédita, no deja de estar envuelta por ese halo de magia que únicamente poseen las olvidadas aldeas de lugares míticos como Las Hurdes o el Valle de Mira o algunas olvidadas comarcas de Soria o Teruel.
El aliciente que nos mueve es la certeza de estar caminando sobre los restos de una antigua vía romana que unía dos importantes ciudades mineras: Ercávica y Segóbriga. Y, sobre todo, por la evidencia de estar visitando unos importantes yacimientos arqueológicos, prácticamente sin investigar y que se encuentran en el más absoluto olvido y abandono por parte de las autoridades. Queda claro que nadie va a encontrar nada que, artísticamente, valga la pena... Aquí no hay teatros, ni circos, ni coliseos... Pero no es menos cierto que lo que vamos a descubrir, a vivir en primera persona, es la dura realidad cotidiana de los ciudadanos de Hispania que vivían lejos de las míticas batallas, los cónsules, los lujos de las termas, las palestras y la vida social de las grandes urbes. Es decir, sería como ir a Egipto... a un lugar alejado de las grandes pirámides y poder leer los jeroglíficos dibujados en las paredes de la casa de uno de los canteros que tallaban sus piedras y que nos revelaban cómo vivían, qué comían y en cuáles condiciones trabajaban y se desenvolvían en su quehacer cotidiano.
La vida en esta comarca, por aquel entonces, era bastante dura. Los ciudadanos hispanorromanos que trabajaban en las minas del preciado “Lapis Specularis” , una especie de yeso cristalizado, tenían una esperanza de vida estimada de entre 30 y 35 años. Sus lugares de trabajo se encontraban entre 20 y 50 kilómetros de su domicilio. Respiraban ese polvo blanco que atascaba su sistema respiratorio mientras trabajaban, pico en mano y de sol a sol, en condiciones infrahumanas para que unos cuantos “domini” utilizaran el mineral para poner ventanas translúcidas en sus lujosas Villas y sus esposas vieran reflejados sus rostros en rudimentarios espejos.
Lógicamente, esta vía secundaria que os invito a recorrer se utilizaba para trasladar diariamente a los trabajadores de estas dos importantes urbs hasta sus lugares de trabajo, para transportar el mineral extraído y, en contadas ocasiones - Hispania ya estaba pacificada - para desplazar tropas de una provincia a otra.
Así, mi sugerencia es comenzar la ruta en Saélices, visitando en Parque Arqueológico de Segóbriga y su Centro de Interpretación y, desde allí, iniciar el viaje hacia Vellisca y Mazarulleque. (* ver la Ruta Sugerida al final del texto).
La misma llegada a Mazarulleque sorprende. Conmueve por la misma disposición del coqueto entramado del caserío embarullado bajo la base del llamado “Castillo”, una enorme peña monolítica horadada de cuevas y viviendas rupestres de probable datación celtíbera y sobre la que se asientan varias casonas de estilo popular. Culminando “El Castillo” – declarado espacio protegido de interés turístico por la JJCC de Castilla-La Mancha -, una torre cilíndrica perfectamente restaurada y encalada que más parece un molino de viento manchego sin aspas, que una torre vigía militar y, más atrás, a unos cincuenta metros, la silueta de la gran iglesia renacentista, ya muy deteriorada e invadida por cientos de palomas. Rodeando el entorno de la colina, restos de lienzos de muralla repartidos por doquier y callejuelas talladas por la erosión de las aguas y el centenario cincelado de los vecinos, como la Cuesta Moya. Y, levantando la vista hacia el Oeste, el imponente muro natural de la Sierra de Altomira y sus alturas principales (los Picos Altomira y Atalaya) que sirven de linde a las provincias de Guadalajara y Cuenca y que fueron frontera y testigos de duras batallas y razzias, durante siglos, entre los reinos cristianos y el al-Andalus hispano-musulmán.
Tras el paseo por la población y un refresco en la Fuente de la Plaza, nos dirigimos hacia Garcinarro, la Capital del Valle de Altomira.
Una vez en
Garcinarro, entramos en la población, hacia la derecha, por la calle principal, hasta salir por la CM-2025 en dirección a Huete. Nada más llegar al P.K. 3, vemos a nuestra izquierda el Cerro de La Mudarra al que nos aproximamos, entre campos de girasoles y a pie, por un camino de herradura.
El complejo minero del
Cerro de la Mudarra (CM-2025) cuenta con más de una veintena de minadas de gran desarrollo en el Cerro de La Mudarra, elevación yesífera que sirve de límite a los municipios conquenses de Mazarulleque – al que pertenece -, Garcinarro, Huete y Moncalvillo de Huete. La minas de “lapis specularis” de La Mudarra son de época romana - y me recuerdan de manera incierta a los cerros esquilmados de mineral de Las Médulas - aunque, posteriormente, cambiaron de uso con el fin de la explotación mineral (aprox. S. III d.n.e.). La mayoría de los minados son pozos de difícil acceso y es por este motivo por el que mantienen su morfología apenas alterada. En todo caso, es muy desaconsejable intentar acceder a su interior, salvo que sea un arqueólogo experto en espeleología y, además, se lleve el equipo adecuado... Aún así, el riesgo es máximo ya que no existen planos de las galerías de los minados y cualquier eventual rescate sería bastante complicado y peligroso.
Una vez visitado el Cerro, debemos regresar sobre nuestros pasos hasta Garcinarro, donde bien merece la pena una breve parada en la
Iglesia de Nuestra Señora del Sagrario (en la misma carretera de acceso a la población junto al Ayuntamiento). La iglesia es un bellísimo ejemplo de renacimiento alcarreño (S. XVI y XVII) y ha sido declarada monumento histórico-artístico. Me dicen que en su interior se encuentra un cuadro atribuido a José Ribera “El Españoleto” y que fue el Emperador Carlos I de España y V de Alemania el que lo donó a la población como reconocimiento al buen trato recibido durante una breve estancia en Garcinarro.
Continuamos por la carretera CM-2000, pero esta vez, hacia la derecha, dirección Jabalera. A poco de salir de la población, nos encontramos con un murallón calizo y un camino que nos da acceso a
El Corral de los Moros.
Conocido, también, como “
La Cava” o “
Castillejo” está situado en el Valle del Pozo. Se trata de un número indeterminado de cuevas y enterramientos excavados en la roca y un curioso recinto o corral de 30 metros de largo por 3 de ancho, también tallados de forma artesanal en la roca. Es evidente que los sucesivos usos que los habitantes han dado al lugar, han ido desvirtuando su fisonomía primigenia. Pero he visitado el paraje en diferentes ocasiones, con distintos expertos en la materia y existen evidencias, contrastadas por todos ellos, de que el origen del lugar conocido como El Corral de los Moros, sea de época celtibérica. Es decir, de la Edad del Hierro (s. – III a – 1 a.n.e.) y las señales inequívocas que muestran algunos enterramientos y restos de cerámica de una reutilización del asentamiento, muy posterior, ya en época islámica (s. IX a XIII d.n.e.) Las bóvedas, la disposición de las cuevas, los escalones tallados sobre las estructuras de las viviendas rupestres... el mismo nombre de “Castillejo”, topónimo que reciben muchos de los castros y oppidum celtíberos fortificados, nos guían hacia estas conclusiones.
En las proximidades, un poco más al Norte, se encuentra el
Poblado de Mohorte , un despoblado de probable origen celtíbero, reutilizado sucesivamente en época tardorromana, visigoda, islámica y medieval en el cual pueden verse restos los de una puerta monumental, trazados de calles, huellas de carros, estructuras de viviendas rupestres y casas colgadas, varias decenas de enterramientos, canalizaciones de agua y aljibes excavados en la roca, con nombres tan sugerentes como la Fuente del Piojo o La Cueva del Tesoro... eche a volar su imaginación...
De este antiguo yacimiento arqueológico y en dirección Oeste parte el denominado “Camino de Albalate”, una nueva vía secundaria romana que unía Mohorte con la, otrora tardorromana e hispano-musulmana, Ciudad de Recópolis (Cerro de la Oliva, Parque Arqueológico de Recópolis, Zorita de los Canes), lo que nos concede una prueba más a favor de que la tan renombrada Recópolis de Zorita, no es una ciudad visigoda de nueva construcción, sino que ya existía en época romana.
Yacimiento de Mohorte (Valle de Altomira, Cuenca)
Nos indica, además, que la Recópolis de Zorita se asienta sobre los restos de, al menos, un Foro y una Basílica romanos y que, a la existencia y tránsito de este camino secundario y de un asentamiento humano permanente en esta época, se debe la continua aparición de monedas romanas, que se hallaban en desuso durante la época visigoda a la que se vincula la construcción y población del actual yacimiento arqueológico del Cerro de la Oliva, en la Recópolis de Zorita (s. VI al IX d.n.e.).
Continuando por carretera hacia Jabalera, pero esta vez en su margen izquierda, llegamos a Las Cuevas del Vallejo. Como toda la zona en derredor, el terreno está horadado por múltiples cuevas, propiciadas por la roca arenisca sobre la que se asientan y la erosión kárstica a la que se ven continuamente sometidas. En su día sirvieron de vivienda o bodegas de los habitantes manteniéndose, en algunos casos, su uso etnográfico. En esta zona de cuevas existe un mirador sobre la Sierra de Altomira y en cuyo entorno se pueden encontrar restos de enterramientos de época visigoda y altomedieval.
Sugerencia del autor:
Si es amante de la historia hispanorromana y visigoda, si dispone de más tiempo, si quiere disfrutar de lo lindo y, sobre todo, si quiere realizar la Ruta completa recorriendo el itinerario original de la Vía romana que unía Segóbriga con Ercávica, permítanme que les sugiera este orden:
Valle de Altomira: La Ruta del Lapis Specularis - De Segóbriga a Ercávica (3 días/2 noches):
Saélices (Parque Arqueológico de Segóbriga, Autovía A-3, Km. 102) – Huete (Ciudadela, muralla y Mezquita hispano-musulmana, Museo de Arte Contemporáneo Florencio de la Fuente, Iglesia y Colegio Jesuita) – Garcinarro (Yac. Arq. Cerro de La Mudarra), (Yac. Arq. El Corral de los Moros), (Yac. Arq. Poblado de Mohorte), (Yac. Arq. Las Cuevas del Vallejo) – Jabalera (Iglesia Parroquial, Picota y Molino) – Buendía – Córcoles (Monasterio de Monsalud) – Alcocer – Cañaveruelas (Parque Arqueológico de Ercávica).
A tener en cuenta:
- Cobertura de móviles: Ningún operador de telefonía móvil cubre toda la ruta. Únicamente Movistar y Vodafone ofrecen garantías de una buena comunicación en la mayoría del trayecto.
- Gasolineras y Supermercados: Las estaciones de servicio más cercanas se encuentran en Saélices (Cuenca), Huete (Cuenca) y Sacedón (Guadalajara). Existen varios supermercados y panaderías en Uclés, Huete y Buendía.
- Basura: Conviene ir provistos de bolsas suficientes para no dejar ningún desperdicio, incluidas las colillas de tabaco. Los contenedores se suelen encontrar junto a los Ayuntamientos y a la entrada de los pueblos. Y recuerden... "Siempre hay que dejar los lugares visitados, mejor de lo que los hemos encontrado", por lo que debemos "siempre" recoger cualquier resto aunque no sea nuestro.
(C) Óscar Quirós, 2.008