lunes, 3 de diciembre de 2007

Ruguilla: El Aroma del Silencio


Ruguilla:
El Aroma del Silencio.

Texto y fotografías: Óscar Quirós Romero.


Aproximación:
Desde Madrid:
Tomamos la Autovía A-2 o la Radial R-2 hasta el kilómetro 103. A la altura de Almadrones nos desviamos a la derecha para proseguir por la N-204 hasta la Villa de Cifuentes. Una vez allí se toma la carretera CM-2021 con dirección a Canredondo y Saélices de la Sal. A cuatro kilómetros nos desviamos a la derecha hasta Ruguilla.
Desde Bolarque: Conducimos por la carretera de Sayatón bordeando el Lago de Bolarque hasta que nos incorporamos a la N-320 con dirección Cuenca. Continuamos hasta Sacedón y nos desviamos a la izquierda hacia Cifuentes (N-204). Justo antes de entrar a esta población nos desviamos a la derecha para tomar la carretera CM-2021. A cuatro escasos kilómetros, tomamos el desvió que nos conduce, sin perdida, hasta Ruguilla.
Época de visita: Cualquiera. Cada estación tiene su encanto aunque es muy recomendable en Otoño y en Primavera.
Duración: 2 horas.
Dificultad: Nula.
Cartografía S.G.E.: 1:50.000; Cifuentes 512, hoja 22-20.

Situada a 882 m.s.n.m., entre la Villa de Cifuentes y la ribera del Alto Tajo, en un cerrado valle que la enmarca aparece, sutil y coqueta, la pequeña población de Ruguilla. Sus estrechas calles, salpicadas por decenas de casonas señoriales de arquitectura rural civil y la, siempre vigilante, Ermita de Santa Bárbara, esconden sus apenas cincuenta habitantes.
Rodeados de montañas horadadas por decenas de cuevas, que hacen sus veces de bodega y lugar de reunión de amigos y familiares, y fértiles vegas adornadas con filas de chopos, nogueras, olivos y olmos, aparece esta coqueta pedanía que llegó, allá por el Siglo XVII, a poseer el título de villazgo. El agua surge por doquier de la falda de los cerros que la protegen, los trinos de los pájaros y el doblar de las campanas de la vieja Iglesia de Asilo nos acompañan durante unos instantes tan apacibles, como mágicos.
Aprovechando los primeros rayos de sol, decidimos tomar un sendero que asciende por el Cerro de la Horca desde un pequeño parque infantil. La profusión de cuevas excavadas aprovechando los recovecos de la roca caliza del Cerro nos hace dudar si debemos continuar la marcha, o sentarnos en una de las cómodas entradas a las grutas que están preparadas con barbacoa y asientos tallados en piedra.
La curiosidad nos invade y decidimos asomarnos al interior de una de ellas. Su disposición es la misma desde hace siglos: Sobre la entrada unos arcos de medio punto de protección. Una vez dentro, un espacio para el lagar, donde se almacena la uva. En el pasillo de acceso, en el suelo, una gran piedra circular sobre la que se asentaba la vetusta prensa de madera con su gruesa soga y, finalmente, las aberturas laterales donde se alojan las enormes tinajas; donde el vino envejece y se mantiene con toda su frescura. Ni que decir tiene que, en los muros del pasillo central, se instalan unas baldas de piedra o ladrillo donde se apoyan cientos de botellas de cristal verde y enormes bolsas con corchos frescos listos para las labores de embotellado.
Decidimos seguir la marcha. Una vez en lo alto del Cerro, nos desviamos de la senda para disfrutar de la bella panorámica que, desde el repetidor, se divisa de Ruguilla.
Regresamos al camino y continuamos la marcha entre chaparrales, campos de cultivo, matorral bajo y plantas aromáticas como el espliego, la aliaga, la jara, el tomillo y la ajedrea. De vez en cuando, y a medida que nos acercamos a una línea de tendido eléctrico, aparecen unas curiosas chozas circulares realizadas en piedra. La disposición de las piedras y su tamaño, especialmente en la cubierta abovedada, nos hace especular sobre su incierta utilidad y fecha de construcción, ya que no se asientan sobre ninguna estructura de madera, ni tienen un tamaño suficiente como para albergar ganado o ser habitadas de forma continuada.
Seguimos caminando bajo un cielo despejado que nos permite ver, en la distancia, a las famosas "Tetas de Viana", dos enormes formaciones rocosas casi inaccesibles que los hispano-musulmanes denominaban ya Peñas Alcatenas, "Los Dos Castillos". Tras caminar unos cientos de metros entre terrazas dispuestas para el cultivo aparece, a nuestra derecha entre chaparras, un barranco que, por el momento, bordeamos hasta llegar a un alto en el que se encuentran talladas decenas de ruedas de molino de un tamaño y peso descomunales. Este lugar debía ser utilizado como cantera en tiempos inciertos aprovechando los filones de roca caliza. Algunas de estas "ruedas" se han abandonado en plena fase de extracción, bien porque se han partido, bien porque continúan, aún hoy, inacabadas esperando que aparezca algún maestro tallador y las libre del abrazo de su prisión pétrea. Ciertamente, podrían ser de origen celtíbero, pero no menos cierto es que son las mismas piedras de moler que hemos visto en las cuevas-bodega de Ruguilla y su origen podría ser bastante más reciente.
Nos cuenta Don Fernando, hoy nuestro entrañable guía y alcalde-pedáneo, que desde esta altura, se suele apostar con sus amigos ruguillanos para hacer esperas de jabalíes, que junto a los zorros, son los mamíferos más abundantes en esta zona de matorral y sotobosque. En cuanto a las aves, las perdices son las que más habitan estos bellos parajes, pero no son las únicas.
Bajo nuestros pies, el barranco que antes habíamos dejado de lado, se va convirtiendo, a medida que se acerca a Sotoca de Tajo, en un fértil valle lleno de verdes trigales y campos de olivo. Sin embargo, frente a nosotros, se alzan unos enormes farallones calizos conocidos como la "Cueva de los Moros".
Estas enormes formaciones rocosas, muestran decenas de aberturas a modo de balcones, en lo que parece una espectacular formación kárstica.
Decidimos descender por un lugar más apropiado para aproximarnos al lugar y tomamos un sendero, no señalizado, que recorre la falda del Cerro y que se conoce como Los Llanos. Tras unos cuantos saltos para salvar las distintas terrazas de cultivo damos con una senda señalizada con las marcas del GR-10. Si se continua hacia la izquierda, se llega a Sotoca de Tajo y a Azañón, población que se divisa al fondo. Si se continua a la derecha, se vuelve hacia Ruguilla, y ésta es la opción que tomamos para poder ascender a la "Cueva de los Moros".
Fernando abre el camino, por una especie de escalones tallados en la roca y unos asideros perfectamente amoldados a la mano humana. Aquí no hay duda de la presencia humana. Tras adentrarnos en uno de los balcones aparece una enorme cámara perfectamente excavada en la roca y comunicada con otras similares que existen en las entrañas de la montaña. Tanto la toponimia, como la tradición, atribuye a los primeros pobladores islámicos del Valle del Cifuentes la habitabilidad de este paraje. La montaña muestra signos evidentes de derrumbe en alguno de sus escarpados tramos, lo que nos hace regresar al sendero. Un poco más allá, hacia Sotoca, anidan varias parejas de Búho Real, especie rapaz nocturna, que junto con el águila perdicera, son la joya de nuestros montes y que deben ser protegidas por todos los medios del avance humano.
Retomamos la senda del GR-10, perfectamente señalizado en este tramo, hasta llegar a la Fuente de La Ruidera, donde podemos disfrutar de la deliciosa agua del manantial y donde, se nos antoja, un lugar ideal para almorzar. No es nuestro caso ya que Fernando, con su hospitalidad ruguillana, nos ha invitado a comer en su casa y degustar jamón serrano y un buen porrón de vino local como el que ya disfrutaban los legionarios romanos en tiempos, mientras cantaban y decían eso de: "¡¡¡ Hispania va Bonum !!!"...
Ruguilla es uno de esos lugares que a uno se le graban en la memoria, que no olvida jamás. Su recuerdo no sólo se compone de coloridas imágenes bucólicas, sino también del agradable aroma de su eterno silencio... que invita al viajero a regresar una y otra vez.






A tener en cuenta:
- Cobertura de móviles: Ningún operador de telefonía móvil tiene cobertura en esta población.
- Gasolineras y Supermercados: Las estaciones de servicio más cercanas se encuentran en Trillo y en Cifuentes. Hay varios supermercados, a 5 kilómetros de distancia, en Cifuentes.
- Basura: Conviene ir provistos de bolsas suficientes para no dejar ningún desperdicio, incluidas las colillas de tabaco. Los contenedores se encuentran junto a la Ermita de la Soledad, a la entrada del pueblo, y junto al Ayuntamiento.Y recuerden... "Siempre hay que dejar los lugares visitados, mejor de lo que los hemos encontrado", por lo que debemos "siempre" recoger cualquier resto aunque no sea nuestro.


Datos útiles:
- Casa Rural "El Cerrao de San José". Ruguilla. Situada a la entrada de la localidad. Finca "El Cerrao". Tel: 949.818.823
- Casa Rural "Casa Bolilla". Ruguilla. C/ Juan Francisco Yela 23. Decorada con excelente gusto, cuidada gastronomía y exquisito trato. Tel: 949. 818.912. Directora: Jordana de la Roja.
- Habitaciones "Molino El Angosto". Ruguilla. Ctra. de Sotoca a Huetos s/n. Tel: 949.818.825
- Bar y Centro Social. Ruguilla. Plaza del Juego de Pelota. Tel: 949.818.810

Este artículo ha sido publicado en:
- www.cifuentes.es. Página Oficial del Ayuntamiento de Cifuentes.
- www.ruguilla.com. Página particular de D. Fernando de la Roja Utrilla con información de la Villa.

Documental TV:
- Serie "Caminos de Piedra y Miel", Capítulo "Pedanías de Cifuentes", Guadalajara TV, 2.004. Presentado por Óscar Quirós y Cristina Cueto.

(C) Óscar Quirós, 2.004 - Revisado y actualizado en Noviembre de 2.007

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