lunes, 3 de diciembre de 2007

Ascensión al Pico Majalasna

ASCENSIÓN AL PICO MAJALASNA (1.934 m.s.n.m.)
Camorritos, Cercedilla.
Texto y fotografías: Óscar Quirós Romero






Localidad: Camorritos, Cercedilla (Comunidad de Madrid).
Cartografía: E-25 Guadarrama, Parque Natural de Peñalara. 1:25.000; Ed. Alpina 2.004/5.
Aproximación:
En automóvil: Partimos de Madrid por la carretera AP-6 con dirección a A Coruña. En Collado Villalba (Kilómetro 37), se toma el desvio señalizado hacia Guadarrama y el Puerto de Los Leones (N-6). Una vez atarvesada la localidad de Guadarrama se toma el desvío a la dereche con dirección a Cercedilla. Llegados a esta localidad continuamos hasta la Pedanía de Camorritos. Dejamos el coche junto al Apeadero de RENFE.
En tren: Se puede tomar el tren en las estaciones madrileñas de Atocha, Recoletos, Nuevos Ministerios y Chamartín. Línea 8b dirección Cercedilla y/o Segovia. Una vez en Cercedilla, trasbordo a la línea 9 que, en un breve recorrido de 10 minutos nos deja en el Apeadero de Camorritos.
En autobús: La línea 842 de la empresa Larrea, sale cada hora desde el Intercambiador de Moncloa hasta Cercedilla con parada en la Estación de RENFE. Allí tomamos el funicular que nos conduce hasta el Apeadero de Camorritos.
Duración: 3 horas.
Distancia: 7 kilómetros i/v
Dificultad: Baja - Media

El Pico Majalasna es uno de los grandes olvidados de la geografía serrana. Su situación es privilegiada sobre el Valle de la Fuenfría y las cumbres graníticas de Siete Picos. Todos lo hemos contemplado alguna vez, pero casi nadie sabe identificar cual es, ni cómo se llama.

Pues sí, Majalasna es la cumbre más baja y apartada de los Siete Picos y, además, es la única que tiene nombre propio. El resto de cimas tienen "motes" montañeros, por ejemplo, al cuarto pico se le llama "el Cuerno" por la forma de su saliente rocoso.
Esta mañana, yo tenía un día de esos en que habría mandado todo a hacer puñetas, como diría el gran Aute. Así que, de buenas a primeras, decidí preparar una mochila ligera y esperar a que el sol calentase la gélida mañana serrana, antes de salir hacia Camorritos en coche. Esto último no es habitual en mi. Me gusta, por ecología y ahorro, ir a los lugares de excursión en transporte público pero, en este caso, la escasez de trenes que unen Cercedilla y Camorritos y sus pésimos horarios (1), me hacen decidirme por el transporte más contaminente y menos conveniente. A sabiendas que actúo contra todos mis principios prestablecidos: excursión invernal, finales de Noviembre, entre semana, sin teléfono móvil, coche privado con un sólo ocupante... me he propuesto que nada, ni nadie, me va a impedir esta vez, llegar a la cima del Majalasna.
Lo cierto es que esta excursión me la he inventado yo, uniendo sobre un mapa diferentes tramos de sendas señalizadas. En todo caso, no sabía bien del todo qué me iba a encontrar por el camino, no tenía idea de su dificultad, ni de la situación de las fuentes, ni si me iba a ser más o menos fácil encontrar y seguir las señales. Pero mi idea era clara, seguir una senda con alguna dificultad (y no la pre-establecida desde el aparcamiento Majavilán, en las Dehesas de Cercedilla) hasta Majalasna, con inicio y final en Camorritos.
Una vez en el Apeadero de esta preciosa localidad, no se exactamente si es un barrio o una pedanía dependiente de Cercedilla, nos encontramos con una pequeña ermita y con la señalización de dos rutas diferentes: Camino de Siete Picos y Camino de las Encinillas. El primero es una pista forestal que invita a ser pateada y, debido a su nombre, a la confusión. La segunda, que es la que elegimos, está señalizada con las marcas rojas y blancas características del E-9 o GR-10 y se inicia junto a un modesto monumento dedicado a D. José de Aguinaga, el promotor-fundador de Camorritos.
Los primeros pasos los andamos por una calle sin asfaltar, en pendiente, entre bellas edificaciones privadas, hasta una barrera que superamos sin mayor problema. A partir de aquí, comienza una fuerte subida que se hace dura, no por la pendiente en sí, sino porque debemos estar pendientes de la infinitad de piedras sueltas y diminutas piñas que martillean nuestros pies y de no perder las señales del sendero.
Como siempre, la norma del GR-10 se cumple con precisión: Si andas más de 100 metros sin divisar una señal, significa que te has salido de la pista. Las señales suelen estar en los troncos de los árboles y, en ocasiones, sobre rocas prominentes. Con un ritmo normal y alguna parada para disfrutar de amplio valle que a la altura de la Piedra de las Encinillas se divisa, en 40 minutos estamos en la pradera de Navarrulaque.
Tras un pequeño descanso, cambiamos de sendero. El GR-10 continua en línea recta por la Carretera de la República o Camino Puricelli hacia el Mirador del Lanchazo o de la Reina. A nuestra derecha, se abren dos senderos. El primero, conocido como la Senda de los Herreros, aparece en nuestro mapa como el Camino de la Pata de Cabra y conduce, por la parte soleada del Cordal, hasta los Riscos de Cueva Lirón y la Pradera de Siete Picos. Es un camino muy duro, muy de montañero y que no todo el mundo debe intentar.
Nosotros, sin embargo, seguiremos las marcas amarillas que, sin pérdida, nos conducen hasta la Pradera de Majalasna. El sendero sigue siendo igual de malo que el anterior tramo del GR-10, por las rebaladizas vetas de pizarra, las piñas y los cantos de granito sueltos. Especialmente dura resulta una fuerte trialera que, una vez superada, nos conduce hasta la Fuente de Majalasna: Un pequeño reguero de agua proveniente del Arroyo del Polvillo. En nuestra subida, por la derecha, se abre el inmenso circo glaciar de Siete Picos. Una vez en la Pradera de Majalasna (1.917 m.s.n.m.), cambiamos de panorama. Desde aquí se divisa todo el Valle de La Fuenfría. El espectáculo es sobrecogedor. Las lenguas de bruma van acercándose entre el Puerto de Fuenfría y La Peña del Águila (2.008 m.s.n.m.). Entre ésta y La Peñota (1.945 m.s.n.m.). Lo cierto es que no me preocupan estas nubes, ya que son nieblas de irradiación y suelen ir acompañadas de buen tiempo.


Los tonos rosaceos del cielo y las nubes altas (cirrus) nos anuncian una noche especialmente fría y la probable llegada de un frente cálido. Es decir, que va a empeorar el tiempo en unas horas. Lo cierto es que el frío corta la cara y en la Pradera estoy muy desprotegido del viento. Decido tomarme un descanso de 15 minutos. Hace tan sólo 1 hora y media que ha comenzado mi andadura. Así que voy a tratar de superar los diecisiete metros que me separan del Pico. Hay que salvar unos enormes bloques graníticos para llegar a la cima que se alcanza sin dificultad. Sin embargo, desde la Pradera la vista es soberbia. Aprovecho este espacioo de tiempo para reponerme con dos barritas energéticas, mientras disfruto del espectáculo. Prácticamente, diviso la mitad de la Sierra madrileña. Un poco más abajo, el MIrador de Vicente Aleixandre. En lo más profundo, los tejados del Hospital de La Fuenfría, que con ese tono cobrizo, me recuerda a los paisajes de los profundos fiordos noruegos. Lejana y minúscula, la Cruz del Valle de los Caídos. Tras ella, la silueta del Monte Abantos. Al fondo, el Embalse de Valmayor. No me puedo imaginar cuántos kilómetros estoy divisando desde aquí...

Estoy empezando a tener frío en las manos y me queda una escasa hora de luz, así que decido regresar por donde he venido.
Ahora todo es más sencillo. En apenas 3 kilómetros hemos salvado un desnivel de 600 metros. Ahora, todo es cuesta abajo y más cómodo. En 20 minutos estoy en la Pradera de Navarrulaque.
Cruzando la Carretera de la República hay una caseta-refugio-fuente con un asiento, un tejadillo y un perchero rústico donde colgar la chaqueta. No me digas porqué, pero he decidido sentarme cinco minutos y disfrutar de un cigarrillo y del taca-taca de los pájaros carpinteros. Cuando empezaba a relajarme... recibo una inesperada visita.
Acaba de aparecer, por mi espalda un descuidado zorro. Es la primera vez que veo uno por aquí. Son muy huidizos y tienen todos los sentidos bastante agudizados pero, mi silencio, le ha pillado desprevenido y con la guardia bajada. Nada más verme, se queda quieto, observando mi reacción. Yo, sorprendido, hago lo mismo. Decide dar unos pasos describiendo un semicírculo. Está a unos seis metros de mi. Debe medir cerca de un metro veinte de largo. Unos venticinco centimetros de ancho. Su color es pardo, sus ojos verdes cristalinos. El zorro cogea ostensíblemente de la pata trasera derecha. No observo ninguna señal reciente de violencia, salvo una larga y estrecha calva en el pelaje de la pata afectada. Lo que tenga, está bien cicatrizado. Debió toparse con alguna trampa de un furtivo o con un cable de espinos en el pasado. Pero, a pesar de su cojera, ha logrado escapar y sobrevivir.
Con precaución de no hacer ruido, abro mi macuto y le lanzo a una distancia prudente una rodaja de chorizo sin levantarme de mi asiento. Se asusta, recula, se sorprende, se acerca y lo olfatea. finalmente, decide comérselo sin dejar de vigilarme.
Parece que le ha gustado y realiza otro semicírculo. Esta vez, me atrevo a probar suerte, y le lanzo una segunda rodaja cerca de mi, a tres metros. El animal duda, pero se acerca sigiloso, lo come y luego retrocede. Esta vez, se situa a unos cinco metros de mi. El muy ladino, termina por confiar y se sienta sobre sus reales. Le lanzo una tercera rodaja, esta vez, más alejada de mi. Y mientras la engulle me levanto de mi asiento y me pongo la mochila. Le digo adios y allí se queda. Atento. Sentado sobre su cola. Con esa mirada penetrante, astuta, profunda y, quizás, agradecida.
Adios amigo... Ha sido un placer, pero... no hagas estas cosas los fines de semana, eh? - le grito mientras me alejo de él - ¡Que no todos los humanos somos iguales!
Feliz por el fortuito encuentro, acelero mis pasos hacia el GR-10. Según me interno en el bosque, me quedo sin luz. Me apresuro a bajar. Otros 20 minutos de camino y estoy en el Apeadero.
La jornada en solitario a merecido la pena. La ruta merece ser repetida.

(1) Nota del autor: Los horarios de lunes a viernes en invierno de la línea C9 de RENFE son:
Cercedilla - Camorritos: 11h35 - 11h45; 16h35 - 16h45.
Camorritos - Cercedilla: 13h16 - 13h26; 18h16 - 18h26.
La duración del recorrido es de 10 minutos por trayecto. El funicular para en dos apeaderos: Cercedilla pueblo y Las Heras y Los Castaños, antes de llegar a Camorritos.
El precio del billete es salvaje: 3'60 euros = 600 pesetas ida y vuelta. Es decir, cuesta lo mismo Madrid-Camorritos, que Cercedilla-Camorritos-Cercedilla.
El trenecito en cuestión, suena, chirría, es obsoleto, lento e incómodo. Aún así, el viaje resulta encantador por la belleza del paisaje. Parece mentira que este cacharro sea de la misma compañía que construye y gestiona ultramodernos trenes de alta velocidad. ¡Porca Troya!

Más información sobre el Pico Majalasna:
- Avisón, Juan Pablo. "Las mejores excursiones por la Sierra de Guadarrama, 40 itinerarios". Ed. El Senderista. Madrid, 2.004.
- V.V.A.A. "Sendas del Valle de la Fuenfría". Ed. Consejería de Media Ambiente y Ordenación del Territorio. Comunidad de Madrid, 2.005.
- Cartografía: http:\\www.editorialalpina.com

© Óscar Quirós, 2.007.

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